21 octubre, 2008

PSV81 - Sierra Calderona: 0 - 7

Varapalo, debacle, baño... Muchas palabras de este tipo pueden mostrar lo que fue el último partido de PSV. El equipo, en una nube por el buen comienzo volvió a bajar a los infiernos y recordó una vez más al equipo de antaño, sin alma y sin reacción.
Los minutos iniciales, esos de tomar medidas, sirvieron para darnos cuenta de que detrás del inocente disfraz de Caperucita Sierra Calderona se encontraba el feroz lobo Segart, que la temporada pasada se alzó con el título.
Pocos minutos después, el primer gol: bonito, sin duda, desde el pico del área y con rosquita al segundo palo. Inalcanzable.
El segundo fue una concatenación de empanadas defensivas, un pase de la muerte, chut, rebote y gol.
Lejos de crecerse en la segunda parte, PSV se fue hundiendo más y más, no supo gestionar los cambios (que los había) y siguió encajando goles de todo tipo. El tercero de falta directa, por encima de la barrera. En medio del monólogo de los Segart, actuación del señor colegiado Monchito, un muñeco, mano que levantan, mano que levanto. Anuló un gol a Dani (el bueno) y evitó que siguiera añadiendo tantos a su saca particular.
Cabe destacar la actitud de nuestra afición que sigue creciendo partido tras partido, y como consuelo nos queda que PSV jugó contra el campeón de la pasada edición, y a estas alturas de temporada aun tenemos tiempo de reaccionar.
Más nos vale a partir de ahora ir nosotros de caperucitas.

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PSV éramos cuatro gatos que bajaban al colegio los viernes a echar unas canastas y dar patadas a un balón. Tras unos años así, decidimos jugar en una liga de Fútbol7 y ahí seguimos. A pesar del trabajo de oficina, de los viajes, lesiones o compromisos externos, una temporada más nos reuniremos a dar patadas al balón, y al contrario si se tercia.